Un gato deja de comer

Que nuestro gato deje de comer es un síntoma que debe alarmarnos. No queremos decir que deje de comer en absoluto, sino que notemos una pérdida de apetito. Por ejemplo, que no coma con las mismas ganas, que deje comida cuando antes no lo hacía o que coma menos.

Los gatos esconden los síntomas de sus dolencias siempre que pueden. En la naturaleza son predadores y al mismo tiempo, como otros felinos que conviven con carnívoros de mayor fuerza y tamaño, también son presas. Por eso esconden sus heces y orines en la arena: para ocultar su rastro (y el de sus crías) y evitar que los detecten. Por eso también, cuando están enfermos, evitan mostrar debilidad. Nuestro gato puede sentirse enfermo desde hace tiempo, pero no nos lo va a demostrar mientras lo pueda mantener oculto.

Razones por las que un gato empieza a comer menos

Los motivos pueden ser diversos, pero lo más habitual es que el desinterés por su comida habitual sea la punta del iceberg de algo más serio. Los gatos pueden empezar a dejar de comer por algunas de las siguientes razones:

– Porque el dolor, con indiferencia de su origen, se ha vuelto insoportable
– Algún tipo de enfermedad inflamatoria en las vías respiratorias
– Infecciones o traumatismos
– Obstrucción urinaria o enfermedad renal
– Enfermedad hepatobiliar o pancreatitis
– Fiebre o anemia
Cáncer
– Cetoacidosis diabética
– Cuerpo extraño gastrointestinal o inflamación en algún punto del sistema digestivo
Fallo cardíaco
– Paleucopenia o toxoplasmosis
– Ansiedad
– Exposición a venenos


Naturalmente, si hemos realizado recientemente cambios en su alimentación o algún tipo de
tratamiento farmacológico puede que su apetito se vea afectado en mayor o menor medida.

Es común que cuando detectamos que nuestro gato ha ido perdiendo apetito decidamos actuar cambiando el pienso, por ejemplo. Puede dar resultado en los primeros días (o tal vez solo en el primer día), y que pasemos al alimento húmedo en latas, que huele más y que por lo tanto puede ser más apetecible. O incluso optar por otros tipos de alimentos, como fiambres, pescados cocidos, carne, etc. Pero todo ello, aunque puede ir funcionando, no es más que un parche de un problema que, mientras tanto, se ha podido ir agravando.

Y si dejan de comer del todo

Ya hubiera sucedido de forma gradual o repentina, que un gato deje totalmente es motivo de visita urgente al veterinario. Es muy probable que nuestra mascota siga su rutina y vaya hasta su comedero, nos pida de comer, pero luego no pruebe ni un bocado de lo que le ponemos. Tiene hambre, pero no come. En estos casos es muy importante que desterremos la idea de entablar una guerra de desgaste con él: el “ya comerá cuando tenga más hambre”.
El organismo felino sufre si no come, y puede tener efectos irreversibles si la anorexia se prolonga más allá de tres o cuatro días. Por eso, si ha dejado de comer o solo da unos bocaditos, es muy importante pedir cita para que sea examinado por un veterinario.
Si se trata de un gato que no realiza revisiones periódicas, o que no sigue un plan de salud, lo más probable es que se trate de algún tipo de enfermedad en un estadio más o menos avanzado. De ahí la importancia de no esperar más tiempo y realizar un diagnóstico cuanto antes.

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